A lo largo de toda mi vida he sufrido una gran cantidad de problemas con mi piel por lo que he tenido que ir a muchos dermatólogos, tantos que hasta ya he perdido la cuenta. Sin embargo, no fue hasta que tuve la suerte de que me atendiera un médico especialista en Estados Unidos, cuando empecé a descubrir que mis problemas de piel tenían una raíz más profunda, que no se trataba de algo superficial que se cura con una crema de uso tópico. Este médico de quien os hablo al ver el desastre que tenía ese momento en mi cara, en la época que iba a la universidad concretamente, lo primero que hizo fue ordenar que me hicieran un hemograma completo de sangre. Al recibir los resultados y analizarlos, enseguida el doctor descubrió que mis fórmulas sanguíneas estaban totalmente descompensadas y dicha descompensación se estaba manifestando en la piel de mi cara, con rojeces, piel escamada, sensibilidad extrema al sol, etc. Inmediatamente me recetó un medicamento para poner en orden ese desequilibrio que tenía en la sangre y como consecuencia mi piel empezó a mejorar. A partir de ese episodio satisfactoriamente resuelto gracias a ese brillante doctor, me he dedicado a investigar sobre los tipos sanguíneos y como influyen en nuestra salud y por supuesto en nuestra piel. Es por todo esto que cuando descubrí las cremas Manomai hace algunos meses atrás, creadas cada una de ellas para cada grupo sanguíneo, me puse a la tarea de conocerlas a fondo y en la entrada de hoy os voy a contar mi experiencia. ¿Os quedáis a conocerla?
